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sábado, 13 de junio de 2015

No más piedras en el camino , por favor (Testimonio de una madre)

María se levantó esa mañana con un terrible dolor de cabeza.
Su pequeño  había pasado mala noche, estaba muy intranquilo, de nuevo estaba cargado de mocos y tenía mucha tos . Hasta las tres de la mañana no había conseguido que se quedara dormido.
Gracias a Dios, ahora dormía tranquilo, con un poco de suerte no habría que ir de nuevo al hospital.
María apenas había conseguido dormir un par de horas, y estaba bastante nerviosa después de lo que había ocurrido ayer.
Mientras se desperezaba y miraba a su pequeño que dormía plácidamente, se tocaba la sien izquierda intentando que el dolor se mitigara un poco.  Pero bien sabía que cuando la jaqueca la aturdía, no había otra solución  que intentar capearla a base de paracetamol y mucha paciencia. Después de varios años de sufrirla, María había descubierto que su jaqueca la mayor de las veces  era producida por la tensión y por un insoportable dolor de cervicales recuerdo de un accidente de coche que sufrió cuando apenas tenía veinte años.
Por eso, se enfado consigo misma cuando a sus cuarenta años, veinte años después de su primera jaqueca,  se vio de nuevo rebuscando en su viejo botiquín, en busca del paracetamol y se volvió a preguntar a sí misma.
-¿Por qué no habré comprado un nuevo botiquín donde organizar los medicamentos?. Siempre me ocurre lo mismo, lo recuerdo cuando estoy con un dolor de cabeza  tan tremendo que apenas puedo pensar. ¿Qué rabia?, ¿qué nervios?, ¿qué asco?,¿qué arcadas?.
Hoy voy a tener una jaqueca de campeonato.
-¿Por qué?, ¿por qué?. Era la pregunta que la atenazaba la cabeza mientras se tomaba su pastilla de  paracetamol, con la vana esperanza, que  este medicamento tuviera un doble efecto. Uno que le quitase el dolor físico que notaba en su cabeza y otro que le quitase el dolor que le producía la sensación de injusticia que sentía estos últimos años, acrecentada por los sucesos de ayer.
Pero María estaba tan nerviosa y sentía tanta rabia que sus pensamientos no paraban, y miles de preguntas se acumulaban en su cabeza.
-¿Por qué, por qué, por qué…?, ¿por qué atacan siempre al débil?, ¿por qué no se ponen nunca en el lugar de la otra persona?, ¿por qué es más fácil hacer daño que intentar hacer su trabajo correctamente?.
¡Qué rabia ¡, ¡qué malas personas!, ¡qué gran injusticia!.
De repente un sonido sacó a María de su ensimismamiento. Había sonado un pequeño golpe, pero ella se asustó. ¿Se habría despertado ya su pequeño? ¿Se encontraría bien?
Sin darse cuenta, sus pies ya la habían llevado hasta el borde de la camita  y vio como su pequeño se giraba tranquilo.
-¡Uf! María tranquila, se dijo a sí misma, tu pequeño está bien, apenas se le oyen los mocos, duerme tranquilo. ¡Todo está bajo control!, ¡ todo está bajo control!, respira hondo y relájate.
Poco a poco se fue relajando mientras se acercaba a la cocina en busca de algo que desayunar.
Siempre había sido una mujer alegre y sonriente, pero también nerviosa y bastante controladora, a la que la gustaba hacer planes a largo plazo. Pero todo eso cambio hace cuatro años, desde entonces dejó de hacer planes, vivía el día a día sin pensar en el futuro. Cada día se enfrentaba a los problemas que iban surgiendo con una sonrisa y los capeaba de la mejor forma que se ocurría en el momento, haciendo grandes esfuerzos para no darle demasiada importancia. Cosa que no siempre conseguía. Siempre se preguntaba como actuarían  otras personas en su situación, sobre todo aquellos que tendían a hablar, comentar y opinar sin saber muy bien de lo que hablaban.
A María le molestaban fundamentalmente los que opinaban sin ton ni son sobre la evolución de su pequeño. Los que se permitían emitir juicios viendo al niño apenas cinco minutos, los que no tenían conocimientos y no eran consientes de su ignorancia, los que no se ponían nunca en la piel de los papás y opinaban sin saber ,haciendo daño sin inmutarse, solamente con el fin de demostrar que ellos estaban por encima de todo aunque ni siquiera estuvieran seguros de la validez de sus afirmaciones.
Era en ese momento, en el que el carácter fuerte y guerrero de María se revelaba. Dejaba a un lado la mujer dulce y sonriente que solucionaba problemas, para surgir la leona que llevaba dentro, la que no estaba dispuesta a soportar las injusticias, la que se moría de rabia cada vez que atacaban a su pequeño, la que no entendía que personas adultas no se atrevían a luchar contra un igual sino que atacaban a los débiles.
¡Cobardes eso es lo que son; unos cobardes sin corazón! –dijo  en alto sin poder evitarlo.
Poco a poco el agotamiento se iba apoderando de ella, sin apenas dejarle fuerzas.
Muchas veces le venía a la cabeza la sensación que tuvo el día que le dijeron que tenían que operar a su pequeño a vida o muerte y la presión que tuvo en ese momento. Apenas había parido hacia dos días, y su cuerpo aún no le respondía bien.
-Quiero dormir durante un año entero y despertarme cuando mi pequeño este bien.
No sé si soy capaz de soportar tanto dolor, ¡por favor quiero desmayarme!, ¡ por favor quiero desmayarme!, fueron sus únicas palabras en ese momento.
Pero ella como toda madre luchadora sabía que  ese no era el momento de ser débil, ni tenía tiempo de desmayarse, era el momento de abrir los ojos y la mente, de estar  fuertes . Su hijo la necesitaba y decidió que lucharían para conseguirlo.
Su pequeño, su marido y ella llevaban cuatro años de lucha a brazo partido por salir adelante y aunque la meta aún estaba lejos la mejoría ya era patente.
A lo largo de este caminar, lucharon  contra la enfermedad con mucha fuerza y ahora luchaban contra las secuelas.   
Fue duro descubrir que después de ganar la guerra, las consecuencias de la misma fueron más duras de lo que nunca se habían imaginado. Sin embargo, una vez llegados aquí ninguno estaba dispuesto a tirar la toalla. La recuperación estaba siendo lenta, a veces desesperadamente lenta, pero continúa. Su pequeño siempre mejoraba aunque la mejora muchas veces solamente era perceptible para ella. María sabía cuál era su destino y no permitía que nadie la desviase del mismo.
Sin embargo, seguía sin entender porque además de luchar contra las secuelas también tenía que luchar contra las zancadillas que les ponían en el camino algunas de las personas que trataban a su pequeño.
Después de conocer a grandes médicos que había luchado a brazo partido para salvar a su pequeño, no entendía porque había otros médicos, y algunos de los fisioterapeutas, logopedas y profesores que atendían a su pequeño que tenían tan poca vocación, tan poca empatía, tan pocos conocimientos , tan poca paciencia y una gran facilidad para ofender a los padres sin apenas despeinarse. A fuerza de disgustos había entendido las palabras que le dijo una madre que había pasado por una experiencia parecida.
-Pide a Dios que te tengas suerte con los terapeutas que atiendan a tu pequeño, porque en el camino te vas a encontrar de todo, cuando encuentres uno bueno  cuídalo porque hay muchos sapos en este camino;  ahora no entiendes lo que te digo pero dentro de uno año me darás la razón. Pero para desgracia de María no le hizo falta esperar tanto, en unos pocos días comprendió esas palabras. 
Eso era lo que le había ocurrido ayer, de nuevo tuvo que escuchar una  gran suma de sandeces de una profesora que apenas había dedicado unos minutos a observar a su pequeño y aunque intentaba olvidarlo, pero no podía.
María, se frotó la frente mientras pensaba que quizás algún día,  se reirían de esta situación, pero estaba segura que nunca perdonaría a aquellas personas que habían añadido piedras en su camino que por sí solo ya era complicado.
De repente escucho un lloro que procedía del dormitorio, su pequeño se había despertado, corriendo llegó a su camita y observó como se desperezaba mientras le dedicaba una gran sonrisa.
En ese momento María noto como su jaqueca se diluía. Comenzaba un nuevo día  y seguro que sería mejor que el anterior.



martes, 20 de enero de 2015

Cumpleaños feliz sin leche



Brum,brum ..... no hace ni diez días que los Reyes Magos llegaron con sus arcas llenas de regalos a casa y noto que Valiente se está poniendo nervioso, sabe que en pocos días es su cumpleaños.
Siempre me ha maravillado la facilidad del ser humano para asimilar con naturalidad las cosas buenas de la vida. Recién llegado del hospital,siendo un bebe de pocos meses Valiente recibió su primer paquete envuelto en papel de colores.Su primer regalo.Recuerdo como sus ojos se iluminaron al ver el regalo,como me miró solicitándome que le explicara que era aquello tan bonito que su abuela le ofrecía.¡¡El papel de regalo!! ¡Que emoción !¡que bonito que es!.A lo largo del tiempo descubrió que además del papel  dentro había una bonita sorpresa.
Hace dos días mi pequeño Valiente ha cumplido 4 añitos y   para celebrarlo hicimos una pequeña merienda familiar.
Valiente disfrutó mucho de su fiesta,jugando con sus abuelos,tíos y su primito. Disfrutó abriendo sus bonitos regalos envueltos en brillantes papeles de colores....Y disfrutó de una sabrosa chocolatada sin leche.
Desde que era pequeña para mí uno de los placeres de la vida es disfrutar de una chocolatada las tarde de invierno, pero desde que descubrimos que Valiente era alérgico a la proteína de la leche tuve que abandonar esta costumbre.
Hace unos meses estaba de compras en una tienda especializada , mirando la estantería de productos sin lactosa, pensando en mi interior que estaba muy bien eso de sin lactosa, sin gluten..., pero ¿que pasa con los alérgicos a la proteína de la leche?¿es que no nos merecemos una estantería para nosotros solos?.
Cuando de repente me fijé en un envoltorio rojo que ponía  sin proteína láctea, en ese momento sentí que mis ojos se iluminaban como la primera vez que Valiente vió su primer regalo y me sentí feliz de pensar que iba a disfrutar de una chocolatada junto a mi pequeño Valiente.
El día de su cumple disfrutamos de una sabrosa taza de chocolate y de un bonito bizcocho sin leche con forma de avión.